Leyenda del cuadro de San Pablo de Axochiapan y los tecuanes
Por Óscar Cortés Palma
El cuadro de la conversión de san Pablo Apóstol fue
pintado en el siglo XVII. Dos siglos
después, en abril de 1857 se mandó a restaurar.
Mientras el restaurador
retocaba la imagen en su taller, llegó un forastero coleccionista de arte, al ver la imagen quedó maravillado, le propuso al restaurador comprársela. Le
dijo:
-Véndeme
la pintura-.
-No puedo vendértela, no es mía-.
-Haz una copia y esa entregárselas a los dueños, que
al cabo no notarán la diferencia-.
El coleccionista
le ofreció una suma considerable de dinero que el restaurador no pudo
rechazar.
Los pobladores de Axochiapan desconociendo
esto, acudieron el 21 de abril de 1857 a recoger al santo patrono y lo colocaron en su altar para rendirle el culto acostumbrado.
Con el paso del tiempo, las dibutadas y dibutados buscaron ropa usada para los tecuanes cuando, el
sacristán les dijo:
-A
través de un sueño supe que el restaurador cambió el
dibujo de san Pablo por una copia-.
-¿En serio?, pues vamos por ella-.
Cabalgaron al taller del restaurador, al llegar, encontraron la pintura de san Pablo abandonada, el coleccionista nunca volvió por ella y el restaurador huyó.
Intentaron cargarla para llevarla al templo pero no pudieron. Anonadados y tristes, regresaron a la parroquia y le rogaron al santo Patrono que volviera. Después de unos días, quedaron de acuerdo que san Pablo sólo regresaría si los tecuanes lo iban a traer bailando.
Antes no se permitía que
los tecuanes bailaran en el atrio parroquial. Sólo bailaban en las calles
del pueblo por las noches, pues se creía que san Pablo, llamado antes Saulo, no
podía ver y los cirios lo auxiliaban a guiarse en la oscuridad.
Los dibutados convocaron a
una asamblea popular en la que se acordó traer al santo Patrono en una procesión con ceras y tecuanes
La fiesta
patronal de san Pablo apóstol une a la comunidad por eso lleva siglos celebrándose.
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