El cura zapatista de Axochiapan
Por Óscar Cortés Palma
En Axochiapan, durante la revolución mexicana, existió un Cura llamado Prisciliano Espíritu,
quien durante la revolución mexicana ayudó al ejército zapatista durante los
primeros años de la revolución, he aquí
una anécdota de su historia en Axochiapan:
Ya designado Emiliano Zapata como General en Jolalpan,
Puebla, el 25 de marzo de 1911, los revolucionarios, ahora llamados zapatistas,
caminaron iluminados por la luz que
irradiaba la luna. Venían por el camino de Jolalpan, pasaron por Tlaucingo,
continuaron para Teotlalco, al llegar a cada poblado buscaban armamento:
escopetas, machetes, caballos, y también
buscaban partidarios de su causa.
Después, de unas horas de camino, los zapatistas llegaron a Axochiapan, era la noche del 25 de
marzo de 1911. En este poblado, Axochiapan, Morelos, según las fuentes, todos eran partidarios de la revolución mexicana
que empezaba a gestarse. Por eso muchos axochiapenses les dieron un buen
recibimiento a los revolucionarios que comandaba Emiliano Zapata.
Según las fuentes de la época, las campanas de la iglesia
repicaron, los cohetones tronaron en el oscuro cielo, puesto que ya era de
noche, la banda de música repetía melodías alegres y todo estaba cubierto de alegría.
-¡VIVA LA REVOLUCIÓN!- gritaba la gente -¡VIVA!-.
Los revolucionarios llegaron al centro del pueblo de
Axochiapan, allí los recibió el Presidente Municipal. Emiliano Zapata y el
presidente municipal de Axochiapan estuvieron platicando un rato, hasta que los
interrumpió un niño.
-Señor general, me mandó el señor cura porque quiere verlo
por favor-.
-¿Y para qué me quiere el señor cura?-.
-No sé, nada más eso me dijo que le dijera-.
Al terminar de platicar con el presidente municipal. Emiliano Zapata fue a visitar al Cura de Axochiapan, quien lo esperaba en la
entrada de la Parroquia de San Pablo Apóstol, allí el cura lo recibió
cordialmente y le dijo.
-Señor general, el motivo por lo que lo llamé es para decirle que
yo simpatizo con su causa, con la
revolución. Yo simpatizo con la revolución porque he visto los sufrimientos de
los humildes, de los pobres, de los desposeídos, porque veo que hay una clase
gobernante autoritaria, ambiciosa, sanguinaria y rapaz; que no busca el interés
de México o de los mexicanos. Esa clase gobernante que vive con lujos es muy
reducida y a base de manipulación y engaños mantiene empobrecida e ignorante a
la población mexicana. Esto no puede seguir así, por eso estoy a favor de la
revolución porque libertar a los pobres es una obra humanitaria, digna del
mayor enaltecimiento, y triunfará porque esta revolución es sacrosanta-.
Emiliano Zapata estaba emocionado por escuchar estas palabras
de apoyo a la causa revolucionaria. Y le
respondió al Cura de Axochiapan:
-Yo he leído algo de historia, señor Cura, estoy de acuerdo
con usted. Sé que toda esta tierra de México era de nuestros antepasados, pero
ahora unas ambiciosas familias de hacendados se han apoderado de todo. Y mientras
ellos, que no son más que unos parásitos, con comportamientos de los más obscenos
viven en los lujos más exagerados,
nosotros vivimos al día, andamos sufriendo por comer, por vestir, por curarnos Por
eso ahora nos hemos levantado en armas, porque queremos recuperar nuestras
tierras, porque las necesitamos para sembrar los alimentos para poder vivir
honradamente-.
Posteriormente el Cura de Axochiapan invitó a Emiliano
Zapata a que pasara al corral de la parroquia, en donde le mostró un buen caballo
retinto. Y enseguida continuó diciéndole:
-Señor General, quiero contribuir a la causa, por eso le
obsequio a usted este caballo, que no
dudo que le servirá bien para sus campañas en contra de este gobierno monopólico,
corrupto y envidioso-.
Al observar el caballo Emiliano Zapata estaba sorprendido,
pues no se esperaba encontrar un Cura tan revolucionario en un poblado como
Axochiapan. Le agradeció el apoyo y continuaron conversando hasta ya bien entrada
la noche. Por eso es muy probable que el
Cura de Axochiapan haya influido con sus ideas en el General Emiliano Zapata.
Después se despidieron, y a la mañana siguiente, cuando apenas
estaba clareando el Sol, los zapatistas
levantaron su campamento de Axochiapan y
se retiraron hacia los cerros del sur. El General Emiliano Zapata iba montando
el soberbio caballo retinto que le regaló el cura de Axochiapan.
Y así pasaron los años de la revolución, hasta que el 18 de
noviembre de 1913, fue apresado el Cura Prisciliano Espíritu junto a otras 26 personas por las fuerzas
gobiernistas. Al Cura Prisciliano Espíritu y a los demás apresados los acusaron
de ser cómplices de una partida de revolucionarios zapatistas que habían incendiado,
días antes, los cañaverales de la
Hacienda de San Ignacio, en el municipio
de Axochiapan, Morelos.
Por esta razón, el
Cura Prisciliano Espíritu fue juzgado y aunque fue liberado, fue removido del Curato
de Axochiapan y transferido al curato de Iztacalco, en el estado de México, en
donde murió en completa soledad y pobreza en el año de 1915, siendo una víctima
más de la violencia en aquellos tiempos tormentosos de la revolución.
© Texto Óscar Cortés
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