Capítulo 3
Año de 1760. Ximopachocan, grito de unidad popular
Por Óscar Cortés Palma
El hacendado avaro quería más tierras y los
tribunales corruptos, estaban sordos a los clamores de justicia. No obstante,
unos enfrentaron al hacendado, sufriendo persecución y encarcelamiento. Otros
eran eliminados nada más por nomás, pues los hacendados para mantener su
dominio, de vez en cuando hacían demostraciones excesivas de poder a los
dominados. Tecuanina encontró un pedazo de papel en el suelo.
“Se
manda al alcalde mayor de la jurisdicción de Cuautla de amilpas cumplir las
reales cedulas y ordenanzas, y no se permita a españoles, mestizos, mulatos y
negros vivir en pueblos de indios, por los perjuicios que causan. Yecapixtla,
año de 1682”.
El gobierno de la Nueva España emitió ordenanzas y
decretos para separar a las personas de acuerdo al color de piel y evitar su
unión. Se prohibió a los españoles, negros, mestizos y mulatos [1]
vivir en los pueblos indígenas. Ante
tanta impunidad, los aldeanos se reunieron en secreto y acordaron la fuga. Tirsa Camila y Tecuanina
repicaban las campanas de la parroquia mientras gritaban y hacían ademanes
arriba del campanario:
– ¡Ximopachocan! –. Gritaban – ¡Ximopachocan! –.
El grito de ¡mopachocan! se escuchaba hasta la
última casa del poblado, vino rebotando por los paredones del caserío. El eco prolongaba
más el grito. La gente se fue arremolinando en el centro del pueblo. El grito
de ximopachocan era común, lo gritaban los aldeanos cuando tenían problemas. Con
el grito de ximopachocan convocaban a la asamblea popular. ximopachocan es una
palabra náhuatl cuyo significado es unión o junta. La gente se amotinó en la
plaza, acordaron la fuga del pueblo. Entraron a la parroquia como fantasmas,
envolvieron al santo, no se podían fugar sin el santo. Tirsa Camila decía[2]:
– ¡Vámonos de aquí con san
Miguel Arcángel, ¡Vamos a fugarnos san Miguelito!, nos vamos a ir de aquí a
otro lugar mejor!
Iban como espectros, bajo la luminiscencia del
cielo estrellado unas 300 familias, las sombras largas se dibujaban en las
paredes de las casas abandonadas. Venían por el sendero serrano buscando la
tierra prometida. Fueron a la aldea de san Francisco Tzompahuacan con los
primeros rayos del alba, se quedaron allí, entre los años de 1786 a 1803[3].
Tzompahuacan, era una aldea con una gigantesca parroquia en ruinas, había
venido a menos por las epidemias hasta quedar casi deshabitada ahora se volvía
a llenar de vida. No obstante, la fuga no funcionó y los aldeanos empobrecidos regresaron
al cabo de unos años. No había tierra prometida o al menos el primer intento
había fallado. Tzompahuacan tenía otro hacendado, el dueño del trapiche de
Coauyuca localizado cerca. Los aldeanos arrepentidos regresaron, con el tiempo se
acostumbraron a la explotación, miseria y se resignaron.
–Así se fue la vida como la mugre en el lavadero,
pasaron los años y en 1850 Atlacahualoya ya contaba con 1029 habitantes y
pertenecía al municipio de Jonacatepec, era la tercera aldea más habitada de la
comarca. Lo
sobresaliente de la historia de Atlacahualoya son las constantes rebeliones contra
la hacienda de santa Ana Tenango durante casi 300 años, de los 1650 's a los 1910 's–.
Fragmento del libro: FLORES EN EL AGUA, DE PRÓXIMA PUBLICACIÓN.
Texto: Óscar Cortés Palma
Correo: cami17_4@hotmail.com; oscarcortespalma@gmail.com
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[1]AGN/ Instituciones
Coloniales/ Gobierno Virreinal/ Reales Cédulas Originales y Duplicados (100)/
Reales Cédulas Duplicadas/ Vol. D6/ Título: Exp. 292 /Fecha: noviembre 25 de 1578/vol., y soporte: Fojas: 597.
[2] En
esa época, de 1803 a 1909, la parroquia se encontraba en Atlacahualoya.
[3] AGN: Indiferente Virreinal/ Cajas 1000-1999/ Caja
1943/ Exp. 005 (Indios - Caja 1943)
Año 1786 – 1803 / 14
F .
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