Capítulo 3
El hacendado estaba anonadado, ordenó a sus sirvientes atacar
las milpas. Arrearon los ganados de la hacienda hacia los sembradíos
destruyéndolos. Los aldeanos defendían las milpas de los bueyes, los sirvientes
del hacendado se los impedían y los azotaban. Con tal rigor y tiranía, palos y
golpes propinaban a cada uno de los sembradores de esas tierras, les quitaron
las hachas y les impidieron cortar leña en Tecpan.
Introdujeron los ganados hasta las mismas casas del pueblo
destruyendo y aniquilando las siembras. Aunque fueron requeridos por la
justicia a retirarse, tanto el hacendado Zalvide Goitia como Diego Rodríguez no
lo hicieron. En los tribunales Tirsa Camila, lideraba las protestas de los
inconformes:
–Solicitamos una averiguación sumaria de
los campos de Teteguama porque fueron del antiguo pueblo del mismo nombre y
pertenecen a Ayoxochiapan, donde viven y han vivido los sobrevivientes de
Tetehuamac desamparados por la peste. Desde hace mucho tiempo posee nuestro
pueblo las tierras de san Andrés Tetehuamac, poblado deshabitado por las
pestes–.
–Los pocos indios sobrevivientes de san
Andrés Tetehuamac se vinieron a vivir a nuestra aldea, donde les cedimos sitios
y casas para vivir y labrar. Se quedó nuestro pueblo sin las tierras de su
comunidad remplazándose éstas en Tetehuamac donde desde inmensal tiempo tenemos
nuestras milpas y a otros apenas les quedó tierra para labrar su choza–.
Sobre el asunto, el hacendado José Antonio Zalvide Goitia, contraatacó:
–No hay mérito para atribuir a Ayoxochiapan
el área de Tetehuama. Pues no hay constancia de la supuesta agregación del año
de 1606. Sus títulos carecen de fundamento. Pudo Tetehuama, o arruinarse del
todo por la peste o trasplantarse sus reliquias a otros pueblos de la
circunferencia como: Telixtac, Atlacahualoya, o Teotlalco–.
El hacendado hizo un ademán y continuó hablando[1]:
–Ayoxochiapan disfruta de una considerable
extensión de tierras. Las 600 varas de Tetehuama por cada punto cardinal. Se
las ha apropiado, persuadiendo y haciendo creer que, en el año 1606, se unieron
los sobrevivientes de la peste de Tetehuama. Desde luego me encargaría de dar
respuesta a la idea de situar Tetehuamac en donde está asentado el rancho de
san José de los caballos del Quebrantadero, si los títulos presentados fueran
dignos de aprecio, pero son falsos–.
Tirsa Camila utilizaba los títulos del pueblo de Ayoxochiapan
para defender los campos[2].
En contraparte, para el hacendado José Antonio Zalvide Goitia los títulos eran
inverosímiles:
–Digan que les fue bien si estaban
trabajando en el principio de su instrucción espiritual–. Les dijo–. –Pues la
experiencia acredita que al cabo de doscientos cincuenta y dos años de la
conquista, apenas y se encuentra uno u otro que escriba y estos por lo regular
son los gobernantes, fiscales o escribanos del pueblo–.
–Las diecinueve firmas puestas en ese
dichoso papel de los títulos son del mismo puño y letra, el escribano no pudo
cambiar la forma de su escritura, aunque procuró diferenciarla. Sólo consiguió
cambiar el tamaño de las letras. En un pueblo de indios serviles como lo era
Ayoxochiapan, ¿cómo se hubiese encontrado tan crecido número de diecinueve
personas escritoras? Cuando esto supone ejercicio y en aquel tiempo de 1542.
Solo se contaban veinte años de la conquista–.
Los litigios por la tierra apenas comenzaban. Un sirviente del
hacendado José Antonio Zalvide Goitia, apodado Sebastián, azotó a cinco indias
defensoras de sus milpas de los bueyes de la hacienda. Otros sirvientes de
Zalvide echaron a propósito los ganados a las siembras, aniquilándolas y
destruyéndolas. Por las noches venían, los mismos sirvientes, a tirar las
mojoneras para adular a su amo, y para culpar a los indios de la destrucción de
las murallas y otros perjuicios.
Tecuani, Ayotli y la maestra Cariño acompañaban a Tirsa Camila y
a los habitantes de Ayoxochiapan a señalar los vestigios de la antigua iglesia
y pueblo de Tetehuama. Tecuani miró los tecorrales en rededor, el cielo con el
arrebol de la tarde le daba un toque de nostalgia y melancolía. En tanto el
hacendado José Antonio Zalvide Goitia refutaba:
–Esos
vestigios no pertenecen a Tetehuama, sino al rancho de Diego García Morales,
arrendatario del trapiche de Atotonilco, sembrador de caña dulce en las orillas
del rancho. Los vestigios son del trapichito para fabricar piloncillo–.
Regresaron al Juzgado a deliberar, Tecuani escuchaba. El
hacendado José Antonio Zalvide Goitia haciendo un ademán, levantó unos papeles
y dijo:
–En 1589 el virrey Villamanrique le donó
las tierras del desaparecido pueblo de Tetehuama a Francisco Rebolledo, antiguo
hacendado de Tenango. Estos otros papeles comprueban que Diego Rodríguez nos
vendió el rancho Tlalayo por donde estaba el desaparecido pueblo de Alchichica[3]–.
Tirsa Camila, llena de coraje, lo encaró:
–Esos documentos son inverosímiles, no es
posible hacer una donación de tierras en perjuicio de otro, pues en 1589 estaba
Tetehuama. Los campos al oriente, se los adueñó Diego Rodríguez de manera
ilícita en los 1720–.
El hacendado José Antonio de Zalvidegoitia le advirtió:
–Mira Tirsa Camila, si meten los ganados a
los campos de la hacienda se los mato, si acarrean leña, talan los montes o
cultivan los campos de la hacienda los vamos a azotar–.
Ante estas circunstancias, Tecuani, Ayotli y la maestra Cariño
viajaron a otra época, pues no podían interferir mucho en la historia del
pasado sin riesgo de crear una paradoja en el futuro.
Ganó el hacendado, así fue devorándose los ingenios, ranchos y
pueblos. Como el ingenio de Atotonilco y el rancho de san Miguel Ixtlilco en
los 1730 's. El rancho de Tlalayo – Alchichica comprado a Diego Rodríguez, en
los 1760 's. El hacendado fue arrebatando poco a poco los campos de los
habitantes[4]. Los aldeanos indignados
eran desterrados y castigados con cien o doscientos azotes en la espalda. Los
sucesivos dueños de santa Ana Tenango: José Antonio de Zalvide Goitia,
Sebastián Izcabalceta y Nicolás Izcabalceta, se encargaron de despojar de las tierras
a los habitantes.
La época más violenta de la lucha por la tierra, fue en los 1760
's. Al finalizar ese siglo, los empresarios agrícolas españoles eran
propietarios de la mayor parte de la tierra desde Ocuituco hasta el valle
soleado. Eran dueños de las aguas del río Amatzinac. A partir de esa época la
región quedó controlada por una sola familia de hacendados, los Izcabalceta,
mediante la alternancia de paternalismo y violencia hacia los dominados,
consolidaron su poder en la comarca[5].
Los aldeanos dedicados a la siembra de temporal de maíz, frijol,
calabaza, chile y jitomate reclamaron el derecho a vivir en paz ante la
oposición de unas cuantas familias terratenientes poseedoras de grandes
haciendas productoras de dulce de azúcar y aguardiente[6].
La venta de dulce de caña de azúcar les generaba jugosas ganancias en tanto los
aldeanos vivían en la miseria.
[1] AGN, gd110
tierras Vol. 1490, Op. Cit.
[2] El hacendado de
negó la autenticidad de este documento. Lo tomaremos como verdadero hasta
encontrar nuevas sobre el mismo asunto.
[3] El nuevo
Alchichica emergió después de la revolución mexicana por migrantes de
Lagunillas.
[4] AGN: gd110
tierras año 1694–1767. Vol. 2193, exp.3, fs 183
[5] Santiró
Sánchez, Ernest, Azúcar y poder:
Cuernavaca y Cuautla de Amilpas, 1730–1821 Ed. Praxis, México, 2001.
[6] María Cristina
Toledano Vergara, Tepalcingo, su Historia
y sus Tradiciones, PACMYC Cuernavaca, Morelos 1996.
Óscar Cortés Palma
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