Bandidos vanidosos
Por Óscar Cortés Palma
Es la semana santa del año de 1872, nos
encontrAmos aquí en Axochiapan, que igual no habría problema en llamarle “valle
cálido”, ya que aunque su vegetación corresponde a la selva baja caducifolia no
es muy abundante en esta zona, que es plana por todos lados, y el calor, el
calor es agradable.
En las calles del pueblo están tirados un par
de borrachos que no se inmutan ante los rayos del sol caliente del mediodía. Cerca
de ellos, animales domésticos deambulan esquivando charcos repletos de
tolocates amontonados.
En las calles: guajolotes, gallinas, perros y cerditos
buscan su alimento mientras niños empolvados juegan. En los patios abundan el
jehuite y las mariposas.
Aunque
han pasado terribles años debido a la guerra, las malas noticias que llegan de
todos lugares no espantan a los pobladores de valle cálido porque aun así la
paz no se ha visto del todo perturbada.
Todo está en calma, le teme la gente a las
enfermedades[1],
a la hacienda de Tenango que los explota
endeudándolos y a los bandidos de los caminos.
A lo
lejos se escucha la música de la fiesta del pueblo. El presbítero Manuel Cueto
Torres García del curato de san Miguel Arcángel de Atlacahualoya, está presente
para oficiar misa en la parroquia [2].
En el
atrio, una audiencia descalza se entretiene con los moros y cristianos.
Aunque todo en valle cálido parece ser como
antes, ya todo es diferente ahora, proliferan grupos de bandoleros que asaltan los caminos y los pueblos.
Los asaltantes, conocidos como la banda de “los plateados”,
eran muy vanidosos, solían adornarse con un montón de piedras de plata: espuelas, hebillas, botones, collares,
aretes, pulseras, y demás joyerías. Sus
caballos llevaban sillas de montar y frenos de plata[3].
En
esa época, la hacienda de Tenango comercializa azúcar[4]
producida en sus extensas propiedades.[5]
Mientras los plateados viajan de hacienda en hacienda robando e imponiendo
desorden y el terror.
Las injusticias, corrupción, inmoralidad, acumulación de riqueza en unas
pocas familias millonarias son vicios que se fueron extendiendo a las clases
pobres que los aprendieron, y como tenían poco que perder, se lanzaron a la
rapiña y el huerto de las haciendas y caminos.
Para ellos, no era mal visto robar, usar la violencia e incluso matar
para conseguir riquezas y después despilfarrarlas en placeres vulgares y
egoístas, puesto que lo habían aprendido de los patrones y gobernantes.
En esa época, no solo asolaban bandidos sin causa en los caminos. También
había guerrilleros politizados que más que robar su objetivo principal era derrocar
al gobierno, inclusive los Archivos de los Juzgados de Axochiapan y Tepalcingo
fueron incendiados por un grupo de estos
guerrilleros en el año de 1857.
La delincuencia y la corrupción contaminan los
caminos del sur. Para contrarrestarla, los hacendados organizan fuerzas rurales,
como la del 13 de octubre de 1849[6].
Hacienda
|
Dueños
de las haciendas
|
Personas
que armó cada hacienda
|
carabinas
|
lanzas
|
caballos
|
Santa Clara
|
Hermanos García Icazbalceta
|
20
|
20
|
20
|
20
|
Tenango
|
Hermanos García Icazbalceta
|
20
|
20
|
20
|
20
|
san Ignacio
|
Hermanos García Icazbalceta
|
20
|
20
|
20
|
20
|
Los justicieros piensan que la luna grande de
octubre les ayudaría a distinguir el resplandor de las joyas de plata de los bandidos
en la oscuridad. No obstante, no lo logran.
Pueblos
como tlacahualoya, Morelos y santo Domingo Ayotlicha,
Puebla. Se unen y organizan en rondas al notar la
ineficacia del gobierno para proveerles seguridad[7].
El
pueblo acuerda no consentir a la banda de los plateados. Si uno
entra, los centinelas dan la voz de alarma repican las campanas de la parroquia
y al grito de ¡mopachocan! (¡júntense). Una turba sonámbula le arrebata la
plata que lleva consigo y lo linchan.
Dado
el odio que se les profesaba, el linchamiento era guardado con secrecía, no
obstante que lo sabía todo el mundo[8].
El
fin de la banda de los plateados fue:
1. Unos se regeneraron y se integraron a la policía rural del gobierno; 2.
Otros se eliminaron entre si mismos. 3 Otros fueron eliminados por el gobierno.
4. Otro tanto, fueron exterminados por particulares y por rondas comunitarias.
Los plateados no son los únicos bandidos de los
poblados. En las ferias de las comunidades rurales hay descontento.
Por eso se escenifican parodias y sátiras burlescas de los hacendados.
En
valle cálido, los pueblos están pobres mientras las ricas haciendas azucareras
de Tenango, santa Clara, san Ignacio y Atotonilco; todas pertenecientes a la
familia terrateniente García Izcalbaceta viven en la opulencia y el despilfarro.
Ante esas injusticias, en la feria de Tlayacapan,
los habitantes se burlan de los sacerdotes y de los ricos, como lo manifestó el
alcalde, Antonio Ortiz Arvizu
[9]
en 1872:
-He
tenido noticia (…) que en esa población se está disponiendo una cuadrilla para
el próximo carnaval, ridiculizando a varios personajes de respetabilidad y con
vituperio a la religión católica (…) Por lo que prevengo a usted expida
oportunamente el reglamento a que deben de sujetarse esas cuadrillas,
prohibiendo personificar a las autoridades constituidas y a las religiones
toleradas o a sus dignidades bajo penas o multas -.
A
final de cuentas, eran bandidos vanidosos: los hacendados y los plateados.
Texto: Óscar Cortés Palma
Correo:cami17_4@hotmail.com; oscarcortespalma@gmail.com;
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