martes, 17 de octubre de 2017

Bandidos vanidosos

Bandidos vanidosos

 Por Óscar Cortés Palma 


Es la semana santa del año de 1872, nos encontrAmos aquí en Axochiapan, que igual no habría problema en llamarle “valle cálido”, ya que aunque su vegetación corresponde a la selva baja caducifolia no es muy abundante en esta zona, que es plana por todos lados, y el calor, el calor es agradable.

En las calles del pueblo están tirados un par de borrachos que no se inmutan ante los rayos del sol caliente del mediodía. Cerca de ellos, animales domésticos deambulan esquivando charcos repletos de tolocates amontonados.

En las calles: guajolotes, gallinas, perros y cerditos buscan su alimento mientras niños empolvados juegan. En los patios abundan el jehuite y las mariposas.

Aunque han pasado terribles años debido a la guerra, las malas noticias que llegan de todos lugares no espantan a los pobladores de valle cálido porque aun así la paz no se ha visto del todo perturbada.

 Todo está en calma, le teme la gente a las enfermedades[1], a la hacienda de Tenango que los  explota endeudándolos y a los bandidos de los caminos.

A lo lejos se escucha la música de la fiesta del pueblo. El presbítero Manuel Cueto Torres García del curato de san Miguel Arcángel de Atlacahualoya, está presente para oficiar misa en la parroquia [2].

En el atrio, una audiencia descalza se entretiene con los moros y cristianos.

Aunque todo en valle cálido parece ser como antes, ya todo es diferente ahora, proliferan grupos de bandoleros que asaltan los caminos y los pueblos.

Los asaltantes, conocidos como la banda de “los plateados”, eran muy vanidosos, solían adornarse con un montón de piedras de plata: espuelas, hebillas, botones, collares, aretes,  pulseras, y demás joyerías. Sus caballos llevaban sillas de montar y frenos de plata[3].

En esa época, la hacienda de Tenango comercializa azúcar[4] producida en sus extensas propiedades.[5] Mientras los plateados viajan de hacienda en hacienda robando e imponiendo desorden y el terror.
                            
Las injusticias, corrupción, inmoralidad, acumulación de riqueza en unas pocas familias millonarias son vicios que se fueron extendiendo a las clases pobres que los aprendieron, y como tenían poco que perder, se lanzaron a la rapiña y el huerto de las haciendas y caminos.

Para ellos, no era mal visto robar, usar la violencia e incluso matar para conseguir riquezas y después despilfarrarlas en placeres vulgares y egoístas, puesto que lo habían aprendido de los patrones y gobernantes.

En esa época, no solo asolaban bandidos sin causa en los caminos. También había guerrilleros politizados que más que robar su objetivo principal era derrocar al gobierno, inclusive los Archivos de los Juzgados de Axochiapan y Tepalcingo fueron incendiados por un grupo  de estos guerrilleros en el año de 1857.

La delincuencia y la corrupción contaminan los caminos del sur. Para contrarrestarla, los hacendados organizan fuerzas rurales, como la del 13 de octubre de 1849[6].

Hacienda
Dueños de las haciendas
Personas que armó cada hacienda
carabinas
lanzas
caballos
Santa Clara
Hermanos García Icazbalceta
20
20
20
20
Tenango
Hermanos García Icazbalceta
20
20
20
20
san Ignacio
 Hermanos García Icazbalceta
20
20
20
20

Los justicieros piensan que la luna grande de octubre les ayudaría a distinguir el resplandor de las joyas de plata de los bandidos en la oscuridad. No obstante, no lo logran.

Pueblos como tlacahualoya, Morelos y santo Domingo Ayotlicha, Puebla. Se unen y organizan en rondas al notar la ineficacia del gobierno para proveerles seguridad[7].

El pueblo acuerda no consentir a la banda de los plateados. Si uno entra, los centinelas dan la voz de alarma repican las campanas de la parroquia y al grito de ¡mopachocan! (¡júntense). Una turba sonámbula le arrebata la plata que lleva consigo y lo linchan.

Dado el odio que se les profesaba, el linchamiento era guardado con secrecía, no obstante que lo sabía todo el mundo[8].

El fin de la banda de los plateados fue: 1. Unos se regeneraron y se integraron a la policía rural del gobierno; 2. Otros se eliminaron entre si mismos. 3 Otros fueron eliminados por el gobierno. 4. Otro tanto, fueron exterminados por particulares y por rondas comunitarias.

Los plateados no son los únicos bandidos de los poblados. En las ferias de las comunidades rurales hay descontento. Por eso se escenifican parodias y sátiras burlescas de los hacendados.

En valle cálido, los pueblos están pobres mientras las ricas haciendas azucareras de Tenango, santa Clara, san Ignacio y Atotonilco; todas pertenecientes a la familia terrateniente García Izcalbaceta viven en la opulencia y el despilfarro.

Ante esas injusticias, en la feria de Tlayacapan, los habitantes se burlan de los sacerdotes y de los ricos, como lo manifestó el alcalde, Antonio Ortiz Arvizu [9] en 1872:

-He tenido noticia (…) que en esa población se está disponiendo una cuadrilla para el próximo carnaval, ridiculizando a varios personajes de respetabilidad y con vituperio a la religión católica (…) Por lo que prevengo a usted expida oportunamente el reglamento a que deben de sujetarse esas cuadrillas, prohibiendo personificar a las autoridades constituidas y a las religiones toleradas o a sus dignidades bajo penas o multas -.

A final de cuentas, eran bandidos vanidosos: los hacendados y los plateados.

Texto: Óscar Cortés Palma 
Correo:cami17_4@hotmail.com; oscarcortespalma@gmail.com;
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