martes, 26 de marzo de 2019

La revolución zapatista se gestó en el suroriente de Morelos


La revolución zapatista se gestó en el suroriente de Morelos


Por Óscar Cortés Palma



Estos fueron los tres primeros meses de la insurrección zapatista. 
 




En la feria del segundo viernes de Cuaresma de Cuautla conspiraban.
En la tarde siguiente en un mitin en Villa de Ayala, desarmaron a la policía.

Yo pregunto a los presentes si no se han puesto a pensar que la tierra es de nosotros y no del que tenga más[1].
Leyeron el plan de san Luis, se levantaron en armas contra el dictador Porfirio Díaz, cabalgaron por el sendero serrano de Huautla.

¡Si el camino es largo yo lo voy andar porque estoy seguro que voy a llegar![2] –.
Lucio Moreno en Tepoztlan y Yautepec, Gabriel Tepepa en Tlaquiltenango, Ambrosio Figueroa en Huitzuco; Alejandro Casales en Tilapa y Chietla se insurreccionaron.
.
¡El pueblo unido jamás será vencido! –.

Otros cabalgaron a una reunión secreta en la casa del ranchero José Rodríguez en san Pablo Hidalgo, acordaron atacar Jojutla.

En Jojutla, unos aprovecharon para robar tiendas de españoles y aliados gobiernistas.
Eso no le gustó a Pablo Torres Burgos.
Es una revolución profesor, el camino no está lleno de rosas si queremos un México nuevo.
No estoy de acuerdo.
Al separarse del grupo, Pablo Torres Burgos fue capturado y fusilado por los soldados porfiristas de Javier Rojas en Rancho viejo.

El resto de los rebeldes cabalgó por los senderos serranos: Huachinantla, Mitepec, Jolalpan, Tlaucingo, Teotlalco, Axochiapan. En cada pueblo buscaron partidarios de la causa, caballos y armamento.

Estamos en medio de la sierra de la mixteca baja poblana.
En las apartadas aldeas serranas, los guerrilleros solicitaron préstamos a las personas acaudaladas y alteraron los archivos municipales.

Destruyeron los telégrafos para que el gobierno no los persiguiera. Mujeres y hombres se fueron a la ‘bola’ como se le conocía al movimiento.
¡Hasta la victoria final, siempre! –.
En Jolalpan, designaron a Zapata General.

– ¡La tierra volverá a quienes la trabaja con sus manos! –.
Después los revolucionarios fueron por el sendero serrano de barrancos y montañas de la mixteca baja poblana.
En cada pueblo se adhería mujeres y hombres. En Axochiapan, los recibieron con banda de música.

Platicaron con el presidente municipal, y con el sacerdote.
Señor general, es un deber cristiano terminar con este sistema generador de miseria en las mayorías–.

Prisciliano Espíritu era un sacerdote revolucionario.
Padre, los ociosos terratenientes viven con ostentosos lujos. Nosotros vivimos al día, a veces no tenemos comida, ropa, medicamentos–.
El sacerdote lo llevó al corral del curato y le mostró un caballo retinto. 
General, quiero contribuir con la revolución, acepte este caballo como donación a la causa–.
El padre Prisciliano de Axochiapan tenía ideas de libertad y Justicia.
Nuestra patria necesita de todo el esfuerzo de las y los revolucionarios–.
Los soldados federales perseguían al revolucionario Alejandro Casales desde Chietla.
Al llegar el destacamento de soldados porfiristas del coronel Javier Rojas, de inmediato lo buscaron.
Los revolucionarios, perseguidos, levantaron su campamento, cabalgaron a los cerros del sur.
Alejandro Casales huyó al monte. Luego de un rato de andar de aquí para allá, la soldadesca lo atrapó y torturó.

Coronel, aquí traemos a Casales –.
¿A Quién? –.
Alejandro Casales Coronel, el bandolero acusado de fusilar al secretario y presidente de Tilapa–.
El coronel Javier Rojas, no se inmutó.  

Cuélguenlo del mezquite y quémenlo–.
Esto le pasará a todo aquel que se subleve contra el gobierno–.

La noticia de Alejandro Casales se propagó.
El padre Prisciliano Espíritu exclamaba en la misa.  
A los militares, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios, ¡Cese la represión! –.
El trovador suriano cantaba[3]

Nos mataron a Casales
-valiente como el mejor-,
hace días que Casales
en armas se levantó.

Vinieron los federales.
A pesar de su valor,
como eran muchos, Casales,
no pudo más y perdió.

En la concurrida estación del tren, las pochtecas vendían, tacos de arroz con rajas y huevo.
Los zapatistas cabalgaron a la Estación del tren de Axochiapan.
Este caballo retinto que me regaló el cura de Axochiapan es bueno.
Luego del tiroteo, los soldados federales huyeron, en las prisas dejaron armas y pertrechos. Ese mismo día, Gabriel Tepepa atacó la hacienda de Chinameca, se apropió de armas y caballos.

¡Este es mi primer enfrentamiento como general! –.
Alejandro Casales, era el segundo general de la región caído en la revolución.
Los pueblos simpatizaban con los rebeldes, servían de espías, y los proveyeron de guaridas.

Los insurrectos merodeaban la llanura sur oriente de Morelos y la sierra de la mixteca baja poblana.  
Para sosegarlos, el gobierno envió destacamentos a aquellos parajes, buscándolos.
De una locomotora bajaron soldados, a reforzar la guarnición militar de la estación del tren construida en 1898.
¡A ellos, los sacaremos de sus madrigueras! –.
Al mismo tiempo, con el arrebol de la tarde, un insurgente venia por el sendero de Tetelilla preguntando por los guerrilleros.
Soy embajador de Madero, quiero entrevistarme con Zapata–.
Al principio los zapatistas no creían que ese joven resoluto fuera enviado por Madero.
Después lo aceptaron, corretearon a los rurales en Tlayca. Y a veces discutían por el mando del movimiento.
Zapata es el jefe del maderismo en Morelos–.
Los rebeldes conspiraron su primer acto de sabotaje de grandes proporciones.
Destruyamos el puente del muerto para que ya no lleguen más trenes con soldados–.
–El importante puente del muerto une los estados de Puebla y Morelos.  Permite el tráfico de trenes de Jojutla, Izúcar y Cuautla–.
¡También destruyamos los telégrafos para que la región siga incomunicada! –.
Al día siguiente, los periódicos informaron.
Los bandoleros destruyeron el puente del muerto, el tráfico de Jojutla a Puebla quedó interrumpido al sur de Axochiapan–.

La oligarquía terrateniente en sus fiestas criticaba el comportamiento irresoluto de las autoridades y exigía más mano dura.
¿Cuándo comenzará la campaña enérgica? –.
Hay una campaña férrea, lo que pasa es que la región simpatiza con los bandoleros–.
Ya se envió una cuadrilla de trabajadores para construir una fortaleza para resguardar el puente del tren–.

El gobierno federal construyó un fuerte militar en los límites Puebla–Morelos, al que la gente apodó: El castillo.  Era una guarnición sobre una colina adyacente al puente del tren.

Los insurrectos atacaron Jonacatepec e Izúcar. Cuando los federales recuperaban las plazas, se refugiaban en la llanura de la tlalnahuac o en la sierra de la mixteca baja poblana.

Las haciendas de Tenango, santa Clara, san Ignacio eran vulnerables a ser atacadas e incendiados los cañaverales.

En la sierra de Jolalpan, el 22 de abril, los guerrilleros, pactaron sus zonas de operación.

Ambrosio Figueroa, cuando las operaciones sean en Morelos, el jefe será Zapata–.
–Coordinémonos para atacar Jojutla–.
Zapata desconfiaba.
 (Mejor que digan aquí corrió que aquí quedó)
Los zapatistas atacaron Jonacatepec, desistieron de atacar Jojutla porque temieron que Ambrosio Figueroa les tendiera una trampa.
Las noticias a nivel nacional indican el fin de Porfirio Díaz–.
Es necesario ocupar una plaza importante, como Cuautla si queremos ser tomados en cuenta.
Los rebeldes atacaron Cuautla y tres días después, Porfirio Díaz renunció y salió del país.
¡Todo era controlable hasta que se levantó el sur! –.
El trovador suriano cantaba[4]
Marzo, día veintinueve,
aquel once de la historia,
sostiene el primer combate
en Axochiapan; victoria.

Estos fueron los tres primeros meses de la insurrección zapatista.

Texto: Óscar Cortés Palma
Casa de Cultura Tecuanes 
cel: 7351824631
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[1] Víctor Jara, A desalambrar, álbum: Pongo en tus manos abiertas, 1969.
[2] Ángel Parra, El camino es largo, álbum: Vientos del pueblo, 1975.
[3] Armando de María y Campos, Revolución Mexicana a través de corridos populares. Tomo I. México, 1962. Corrido a Alejandro casales, autor José Muñoz Cota. INEHRM.
[4] Corrido a Alejandro casales, autor José Muñoz Cota. INEHRM. Op., cit. 1962.


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