miércoles, 22 de noviembre de 2017

PRÓXIMOS LIBROS A PUBLICAR.

PRÓXIMOS LIBROS A PUBLICAR.

Tenemos dos libros en el horno, veremos cual se cocina primero. Si la novela histórica titulada: FLORES EN EL AGUA... O el libro EL JAGUAR RISUEÑO. Este último es la segunda parte del libro danza de los tecuanes. Y es una investigación más amplia  de las tradiciones mexicanas de jaguares -Tlacololeros, tlaminques y tecuanes-. 


LA CONTRAPORTADA DICE:

Los tecuanes, tlacololeros y tlaminques son parodias que describen la cacería de un tekuani (jaguar) por parte de los rancheros. Los diálogos de las parodias están en idioma náhuatl, mixteco, amuzgo o español. En la década de 1760 ‘s, había descontento en la población porque la oligarquía terrateniente les había quitado las tierras a los indígenas. Ante estas injusticias, los habitantes se burlaban de sus dominadores por medio de sátiras y parodias escenificadas en las ferias parroquiales. 

Estas parodias y sátiras del tigre: tlacololeros, tecuanes y tlaminques están inspiradas en rituales ancestrales. Los nahuas se disfrazaban de tecuane nahualli (jaguar nagual) para apelar a Tlaloc por lluvias. Hoy, la población usa el idioma español como lengua habitual y los terratenientes dejaron de existir. No obstante, los nahuas, mixtecos y amuzgos continúan escenificando parodias y sátiras del jaguar y los ganaderos.

lunes, 20 de noviembre de 2017

Año de 1760. Ximopachocan, grito de unidad popular

Capítulo 3

Año de 1760. Ximopachocan, grito de unidad popular


Por Óscar Cortés Palma

El hacendado avaro quería más tierras y los tribunales corruptos, estaban sordos a los clamores de justicia. No obstante, unos enfrentaron al hacendado, sufriendo persecución y encarcelamiento. Otros eran eliminados nada más por nomás, pues los hacendados para mantener su dominio, de vez en cuando hacían demostraciones excesivas de poder a los dominados. Tecuanina encontró un pedazo de papel en el suelo.

“Se manda al alcalde mayor de la jurisdicción de Cuautla de amilpas cumplir las reales cedulas y ordenanzas, y no se permita a españoles, mestizos, mulatos y negros vivir en pueblos de indios, por los perjuicios que causan. Yecapixtla, año de 1682”.

El gobierno de la Nueva España emitió ordenanzas y decretos para separar a las personas de acuerdo al color de piel y evitar su uniónSe prohibió a los españoles, negros, mestizos y mulatos [1] vivir en los pueblos indígenas. Ante tanta impunidad, los aldeanos se reunieron en secreto y acordaron la fuga. Tirsa Camila y Tecuanina repicaban las campanas de la parroquia mientras gritaban y hacían ademanes arriba del campanario:

– ¡Ximopachocan! –. Gritaban – ¡Ximopachocan! –.

El grito de ¡mopachocan! se escuchaba hasta la última casa del poblado, vino rebotando por los paredones del caserío. El eco prolongaba más el grito. La gente se fue arremolinando en el centro del pueblo. El grito de ximopachocan era común, lo gritaban los aldeanos cuando tenían problemas. Con el grito de ximopachocan convocaban a la asamblea popular. ximopachocan es una palabra náhuatl cuyo significado es unión o junta. La gente se amotinó en la plaza, acordaron la fuga del pueblo. Entraron a la parroquia como fantasmas, envolvieron al santo, no se podían fugar sin el santo. Tirsa Camila decía[2]:

– ¡Vámonos de aquí con san Miguel Arcángel, ¡Vamos a fugarnos san Miguelito!, nos vamos a ir de aquí a otro lugar mejor!

Iban como espectros, bajo la luminiscencia del cielo estrellado unas 300 familias, las sombras largas se dibujaban en las paredes de las casas abandonadas. Venían por el sendero serrano buscando la tierra prometida. Fueron a la aldea de san Francisco Tzompahuacan con los primeros rayos del alba, se quedaron allí, entre los años de  1786 a 1803[3]. Tzompahuacan, era una aldea con una gigantesca parroquia en ruinas, había venido a menos por las epidemias hasta quedar casi deshabitada ahora se volvía a llenar de vida. No obstante, la fuga no funcionó y los aldeanos empobrecidos regresaron al cabo de unos años. No había tierra prometida o al menos el primer intento había fallado. Tzompahuacan tenía otro hacendado, el dueño del trapiche de Coauyuca localizado cerca. Los aldeanos arrepentidos regresaron, con el tiempo se acostumbraron a la explotación, miseria y se resignaron.

–Así se fue la vida como la mugre en el lavadero, pasaron los años y en 1850 Atlacahualoya ya contaba con 1029 habitantes y pertenecía al municipio de Jonacatepec, era la tercera aldea más habitada de la comarca.  Lo sobresaliente de la historia de Atlacahualoya son las constantes rebeliones contra la hacienda de santa Ana Tenango durante casi 300 años, de los 1650 's  a los 1910 's–.


Fragmento del libro: FLORES EN EL AGUA, DE PRÓXIMA PUBLICACIÓN.

Texto: Óscar Cortés Palma 
Correo: cami17_4@hotmail.com; oscarcortespalma@gmail.com
Cel: WhatsApp 7351824631
Facebook.com/oscarcortespalma
Twitter: @oscarcortespalm




[1]AGN/ Instituciones Coloniales/ Gobierno Virreinal/ Reales Cédulas Originales y Duplicados (100)/ Reales Cédulas Duplicadas/ Vol.  D6/ Título: Exp. 292 /Fecha: noviembre 25 de 1578/vol., y soporte: Fojas: 597.
[2] En esa época, de  1803 a 1909,  la parroquia se encontraba en Atlacahualoya.
[3] AGN: Indiferente Virreinal/ Cajas 1000-1999/ Caja 1943/ Exp. 005 (Indios - Caja 1943)  Año  1786 – 1803 /  14 F.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Tecuanes

Tecuanes


Imágenes: Natalia Polancoc
Texto: Óscar Cortés Palma 
Cuentan que antes habían animales de uña en la región que bajaban a comerse a los animales de los pobladores, a pesar de esto la comunidad lograba cazarlos o ahuyentarlos.

No obstante, en una ocasión vino un animal de uña a quienes los pobladores no podían cazar ni ahuyentar. Ese animal bajaba a comerse guajolotes, venados,  y a los mismos pobladores. Lo conocían como el Tecuane (feroz, bestial, terrorífico)

Los pobladores intentaron por todos los medios cazarlo pero no pudieron. Entonces acudieron con el señor del monte conocido como Uetskilistle (risueño). Esta era una persona ermitaña, habitante de la sierra con capacidad de  transformarse en animales, entre ellos en tecuane, ya sea para hacer el bien o para hacer el mal.

El Uetskilistle les cobró muchísimo dinero porque era una tarea difícil de realizar pero tampoco pudo lograrlo. Al verse frustrado comprendió que no podría lograrlo solo, necesitaba la ayuda de toda la comarca.

En una asamblea,  los incitó a organizarse para atrapar al tecuane  juntos, muchas personas no estuvieron de acuerdo, no obstante la mayoría aceptó.  Trazaron un plan y organizados se distribuyeron las tareas, se disfrazaron: unos se vistieron de piedras y otros de árboles.

Otras más se disfrazaron de animales domésticos para servir de anzuelo al tekuani. Otras se disfrazaron de lobos, tigres, leones y tecuanes. Otras se encargaron de los alimentos, de confeccionar los disfraces, del espionaje y del envío de mensajes y señales.

Luego se distribuyeron por  la comarca, se colocaron en el centro y  otros  se ubicaron alrededor de estos. Se dedicaron a velar todas las noches, esperando la entrada del feroz felino, cuando lo vieron lo rodearon y aunque la fiera intentó escapar y casi lo logra, confundido por la organizada emboscada, y por la multitud que lo acechaba, terminó con sus fuerzas y lo atraparon.
                     
Del gusto, los pobladores hicieron una fiesta, representando la hazaña lograda. En esos días de fiesta bailaron al son de los tambores y las flautas de carrizo. Hoy, se sigue celebrando este acontecimiento bailando disfrazados y actuando la caza de un nagual jaguar, pues según se cuenta  este era el poderoso ser mitológico cazado por sus ancestros.

Los tecuanes nos enseñan, entre carcajadas y sobresaltos: si los habitantes de una comarca se reúnen, planean y organizan pueden defenderse de los poderosos.





Imágenes: Natalia Polancoc
Texto: Óscar Cortés Palma 
Correo: cami17_4@hotmail.com; oscarcortespalma@gmail.com
Cel: WhatsApp: 7351824631
Facebook.com/oscarcortespalma
Twitter: @oscarcortespalm

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Encuentro de indígenas y españoles

Encuentro de indígenas y españoles

 Por Óscar Cortés Palma


El primer domingo del mes de julio de 1542, había fiesta. Se iba a bendecir la iglesia de san Pablo de Axochiapan. Para eso vinieron fray Juan de Alameda y fray Miguel Mejía.

Antes de venir, en Tepetlán atlaco (barranca serrana) cerca de Amayuca bautizaron a los líderes de la comunidad: Aquiahuateuhtli, Xochiquetzalteuhtli, Quetzaltototeuhtli, Nezahualcoyotzin y Nezahualpinzintli.

Fray Juan de Alameda y fray Miguel Mejía, vinieron a las diez de la mañana y el padrino para bendecir la iglesia fue san Francisco, santo patrono del vecino poblado de Tzompahuacan. Fray Juan de Alameda oficiaba misa en el patio sobre un púlpito de madera y predicaba a los líderes de Teotlalco, Atlacahualoya, Alchichica y Jonacatepec. Todos escuchaban con atención la predicación del fraile.

A la mañana siguiente, fueron a señalar los linderos. Pablo Cortés, juez gobernador y fray Juan de Alameda, ambos representantes del gobierno español con facultad de otorgar tierras, encabezaban la expedición acompañados por líderes de Teotlalco, Alchichica y Axochiapan.

Empezaron en la barranca de Teotlalco, fueron al norte, al cerro de la junta grande, Teucaltzingo, la junta chiquita, Tecamatitlán, cabeza de la olla hasta llegar al camino de Atlacahualoya (camino real a la ciudad de México),  continuaron al poniente, al paso francés, al camino de Tepalcingo, bajaron por la barranca de ¿Atlacanatlatula? (hoy barranca del pajarito) llegaron  de nuevo a Teotlalco por la ladera de Tehuiztitlán.

El miércoles, por la mañana, se juntaron los líderes de Teotlalco con un estandarte azul.  Los de Tzompahuacan con un estandarte azul y otro colorado; los de Huehuetlán y Alchichica ambos con un estandarte colorado. Acompañando a los líderes de san Pablo Axochiapan, quienes portaban un estandarte blanco.

Fueron por el sendero del sur reconociendo los linderos. En la barranca de Teotlalco, fray Juan de Alameda y el juez Pablo Cortés de Jonacatepec, como representantes del gobierno español, pasearon con los estandartes a Magdalena Téllez Xochiacatotol y Miguel Cortés Nezahualcoyotzin, y demás líderes de la comunidad y testigos. La toma de posesión de las tierras se hizo en forma quieta y pacífica. Lanzaron cohetones, aventaron piedras, arrancaron hierbas y tocaron trompetas y clarines.

Venían por el sendero del lindero de la barranca Teotlalco e hicieron el mismo ritual en la junta grande, en la junta chiquita, en la cabeza de la olla. Continuaban para el norte y poniente.

En el camino de Atlacahualoya (camino real a la ciudad de México). Tomaron un descanso y comieron a las dos de la tarde: mole de guajolote, alaches, memelas guacamole, chilaquiles. Fueron hacia el paso francés, en todas partes hicieron el mismo ritual de toma de posesión: lanzaban cohetones, aventaban piedras, arrancaban hierbas, tocaban trompetas. Todo en forma quieta y pacífica. Pasaron por él paso Rendón, Almolonca, el camino de Tepalcingo, vinieron por el sendero de la orilla de la barranca de Tetehuamac.

Continuaron rumbo al sur siguiendo el curso de la orilla de la barranca, pasaron por Ayoxocuisco, Ayochinamitl hasta topar de nuevo con el rio Teotlalco en donde están unos paredones, finalizaron el recorrido, sin encontrar ninguna contradicción. Al concluir las jornadas de reconocimiento regresaron a la iglesia san Pablo y en el patio colocaron el púlpito de madera.

Sobre el púlpito de madera Fray Juan de Alameda les dijo a todos los habitantes de Axochiapan:

- En nombre del rey de España reciben la posesión de un total de 20 caballerías de tierras de monte,  y no puede ser vendido ni arrendado a ningún español y el que así lo hiciere será castigado y si fuere principal (persona rica) seis meses de cárcel y cincuenta y cinco pesos de pena-.
-Se redactan los títulos en idioma mexicano (náhuatl) porque no entienden la lengua castellana, después transmutarán a castilla por si un juez los defendiere para que ninguno los inquiete pueblo o español […]  calificamos, con nuestros nombres y firmas. (19 firmas)-.

Estos títulos fueron utilizados por el pueblo de Axohciapan para defender los campos de los hacendados de Tenango dos siglos después[1]. Para el hacendado José Antonio Salvide Goitia estos títulos eran inverosímiles:

-Las diecinueve firmas puestas en ese dichoso papel son del mimo puño, el escribano no pudo cambiar la forma de su escritura aunque procuró diferenciarla. Sólo consiguió cambiar el tamaño de las letras. En un pueblo de indios serviles como lo era Ayoxochiapan, ¿cómo se hubiese encontrado tan crecido número de diecinueve personas escritoras. Cuando esto supone ejercicio y en aquel tiempo de 1542. Solo se contaban veinte años de la conquista-.

Para el hacendado José Antonio Zalvide Goitia los papeles eran inverosímiles:

- Digan que les fue bien si estaban trabajando en el principio de su instrucción espiritual, pues la experiencia acredita que al cabo de doscientos cincuenta y dos años de la conquista, apenas y se encuentra uno u otro que escriba y estos por lo regular son los gobernantes, fiscales o escribanos del pueblo -.

Los litigios por la tierra apenas comenzaban. Sebastián,  sirviente de José Zalvide y Goitia azotó a cinco indias defensoras de sus milpas de los bueyes de la hacienda. Otros sirvientes de Zalvide echaronn a propósito los ganados en las siembras de las indias, aniquilándolas y destruyéndolas. Y por las noches iban, estos mismo sirvientes, a tirar las mojoneras parar adular a su amo, y para culpar a los indios de la destrucción de las murallas y otros perjuicios.

Texto: Óscar Cortés Palma 
Correo: cami17_4@hotmail.com; oscarcortespalma@gmail.com
Facebook.com/oscarcortespalma
Twitter: @oscarcortespalm








[1] El hacendado de Tenango  negó la autenticidad de este documento. No obstante, lo tomaremos como verdadero hasta encontrar nuevas referencias sobre el mismo asunto.

lunes, 6 de noviembre de 2017

Levantamientos armados en Axochiapan. 1934 y 1944.

Por Óscar Cortés Palma  



En la madrugada del 26 de septiembre de 1934, una banda de rebeldes armados vino a Axochiapan. El ex zapatista Enrique Rodríguez Mora, alías el tallarín, los  arengaba:

– ¡No cambiamos a los gobernantes por otros para estar igual de pobres!–  
Sus seguidores lo secundaban:
– ¡Viva el general Enrique Rodríguez, vivan el general tallarín!– .

El gentío estaba inconforme porque seguían igual de pobres como antes de la revolución. Eran como las 2 de la mañana, estaba oscuro, sin hacer ruido, las calles estaban llenas de jegüite (xihuitl, yerba), surgió la banda del tallarín. Se apoderaron de los fondos de la receptoría de rentas y  del ayuntamiento municipal. Quemaron el archivo de los registros de actas de nacimiento del ayuntamiento.

Fueron a las casas de los vecinos para comprar caballos y armas. Lifoncia Mozo Calero les vendió comida y pan de petate. Gabriela Olivar Villanueva era una niña cuando salió de su casa a ver de dónde provenían los sonidos de los clarines y trompetas. Sus tíos estaban escondidos detrás de las puertas cerradas desde donde le gritaron asustados.

 – ¡Métete chamaca!–.

Después de un par de horas, comenzaron a oírse de nuevo los sonidos de las trompetas y clarines, Gabriela Olivar Villanueva  las escuchaba emocionada, mientras la banda armada se fue de la población con rumbo a las serranías cercanas, unos iban a pie porque no tenían caballos.

La banda del Tallarín se llevó la correspondencia de los correos y telégrafos de la estación del ferrocarril, cada uno llevaba cargando su itacate de comida comprada en la comunidad.

Al amanecer, vinieron destacamentos de soldados persiguiéndolos. El ayuntamiento municipal había sido vandalizado, había humo y cenizas de montones de archivos de actas de nacimiento quemadas. Se levantó un reporte judicial porque la banda del Tallarín quemó los archivos y las personas desconocían su fecha de nacimiento y unas se pusieron menor edad.


Tres años más tarde, el presidente de la república Lázaro Cárdenas, solucionó las peticiones del tallarín, y los amnistió. Regresaron calmados a sus poblados de origen. Sin embargo, la cosa no estaba olvidada. El ex zapatista José Solís, alias la zorrita, andaba armado. La gente murmuraba:

– Si hay otra revolución mañana, la zorrita se va de general–.

El presidente municipal Sebastián González, a quien la gente le apodaba de chiste: “cabeza dura, carretón de la basura”, según porque era muy terco, le ofreció a la zorrita Solís la jefatura de la comandancia municipal. La zorrita la rechazó y recomendó a su amigo Carlos Rodríguez. Un año después de la quema del archivo municipal, la zorrita Solís fue electo comisariado ejidal en 1935.

Años después, la zorrita andaba borracho con el sombrero en el brazo. Lo interceptó, su amigo, el comandante municipal Carlos Rodríguez, le dijo:
– ¡Qué pasó don zorrita anda usted tomando!-–.
-¡Que pasó mi comandante, buenas noches!-.

Salieron abrazados de la cantina frente al jacalón, como estaba borracho no se pudo defender, lo desarmó, sin darle tiempo de nada, lo balaceó, entonces vino su hijo gritando:

– ¡Ya mataron a mi padre, agárrenlos!–.

No obstante, Carlos Rodríguez lo descalabró y huyó. La zorrita José Solís ya estaba viejo cuando murió. En una ocasión balaceó a uno que lo seguía y nadie hizo nada. Cuando cayó la zorrita Solís, la gente no hizo nada, no repicaron las campanas, ni gritaron mopachocan (asamblea del pueblo), pues a nadie se le ocurrió y su atacante huyó para no volver jamás.

Diez años más tarde, durante la segunda guerra mundial, los hermanos Barreto de Zacualpan y Daniel Roldán se levantaron en armas, anduvieron un tiempo huyendo y peleando.

 De Axochiapan siguiendo a los alzados iban: Adelaido Pliego Sánchez, Eulalio Mozo, y Agustín. Cuando vino el temporal con sus lluvias, Adelaido Pliego Sánchez, Eulalio Mozo, y Agustín aprovecharon para sembrar maíz (tlayolli), frijol y calabaza en los tlacololes (milpas serranas) de santa Cruz.

Vivían en una cueva, en donde preparaban su tlaxcalli (comida). La vida en el cerro no le gustó a Agustín y fue entregarse a los soldados, les dijo:
.
– Sé dónde está los demás, los llevaré si me perdonan la vida–.
Después de caminar un rato por el monte, rodeado de soldados. Gritó:
– ¡Allí, limpiando el tlacolol, esta uno de ellos!-.

Los soldados atravesaron los surcos pisando la milpa tierna y atraparon a Adelaido. Después, lo presentaron al presidente municipal, le preguntaron:

– ¿Usted conoce a este hombre?
El presidente municipal respondió:
– ¿Cuál hombre?-.
-Este-.
-Sí, fue uno de los alzados–.


Los soldados colgaron a Adelaido en un mezquite del cerro cerca del rio. No obstante su lucha no fue en vano pues se evitó enviar a los jóvenes a pelear por los gringos en la guerra contra Alemania.

Texto: Óscar Cortés Palma 
Correo: cami17_4@hotmail.com; oscarcortespalma@gmail.com
Cel: WhatsApp 7351824631
Facebook.com/oscarcortespalma
Twitter: @oscarcortespalm

viernes, 3 de noviembre de 2017

Sátiras, parodias y burlas del hacendado

Sátiras, parodias y burlas del hacendado

Por Óscar Cortés Palma 

El azúcar era un negocio redituable. La familia García Izcalbaceta tenía extensos plantíos de caña, ganado, potreros y ranchos. En estos últimos levantaron sus jacales los artesanos, vaqueros y rancheros que pagaban renta anual por el uso de la tierra al hacendado.

En la época latifundista, en la cúspide de la sociedad estaba el terrateniente, después el mayordomo, los capataces, los peones (mozos y gañanes), los medieros. En la parte baja estaban los jornaleros agrícolas.

Al revisar la historia, se aprecian dos grandes litigios de tierras entre Axochiapan y Atlacahualoya contra el hacendado de Tenango. El primer litigio abarcó todo el siglo XVIII y  ocasionó la pérdida de los campos occidentales del pueblo. Cien años antes de este litigio desapareció san Andrés Tetehuama, se mudaron y fundaron Xalpatlahuac, en el estado de Guerrero.


El segundo litigio también abarcó casi todo el siglo XVIII y tuvo como consecuencia la pérdida de los campos orientales del pueblo. Por donde se localizaban la aldea abandonada de Alchichica (el viejo) y  la enorme parroquia abandonada de Tzompahuacan, construida en el siglo XVI. Esta parroquia es enorme comparada con la población radicada allí.

Para entonces las epidemias, hambrunas y sobreexplotación casi habían extinguido a los habitantes. Así lo demuestran los censos de la época. La población disminuyó hasta casi desaparecer en esa época de la historia. Los habitantes del valle cálido fueron incapaces de conservar sus tierras,

El hacendado Joaquín García Icazbalceta controlaba la región pero no era tan malo, hacía favores a la muchedumbre para tranquilizarla. Apoyó la construcción de la parroquia de Quebrantadero en 1885  prestaba toros para las fiestas y a diferencia de los demás, le gustaba leer y escribir libros.

Durante un tiempo, los cañaverales de esta comarca fueron los productores de la mejor azúcar del mundo. Otros países del mundo productores de azúcar fueron: Haití, Cuba y Brasil.

Aparte de la caña, en las ferias parroquianas germinan los tradicionales mariachis, chinas poblanas, obras de teatros de Mariano Matamoros de Jantetelco,  Mientras se extingueN otras costumbres populares como los moros y cristianos otrora muy populares[1].

En enero de 1910 el valle cálido era un cañaveral. La familia de hacendados García Pimentel venia por el sendero cabalgando viendo los campos repletos de cañales.  Iban a la feria del santo patrono a oír la misa del párroco Prisciliano.

En el atrio parroquial, observaban a una muchedumbre carcajeándose con las parodias que los caricaturizaban, como los tecuanes, vaqueros y chinelos. No le dieron importancia a esas sátiras, sólo eran burlas ridículas, nada más, parecía no haber novedad, no obstante, el mundo conocido hasta entonces estaba próximo a su fin.  

Texto: Óscar Cortés Palma 
Correo: cami17_4@hotmail.com; oscarcortespalma@gmail.com
Facebook.com/oscarcortespalma
Twitter: @oscarcortespalm








[1] WARMAN Arturo, La danza de moros y cristianos. INAH, México, D.F. 1985.