miércoles, 20 de septiembre de 2017

El DÍA DEL TERREMOTO DE AXOCHIAPAN

El DÍA DEL TERREMOTO DE AXOCHIAPAN

Por Óscar Cortés Palma


El DÍA DEL TERREMOTO

Esto pasó en septiembre, no en septiembre de 1985 sino en septiembre de este año.

Habiendo 365 días al año tenía que ser el mismo día 32 años después.

Nosotros estábamos en el simulacro a las 1:13 pm remembrando el terremoto de 1985 cuando las campanas de la parroquia comenzaron repique y repique como si un fantasma las manejara, después se vinieron abajo con todo y la cúpula y el campanario.

La tierra se agitaba y tronaba como dos jarros con agua que se golpean entre sí. Miraba con cuidado las casas de dos pisos para evitar que me cayera algo. 

Cuando terminó el temblor, al ver casas cuarteadas, fachadas derrumbadas, angustia de la gente. Este temblor es el más fuerte de la historia de mi pueblo en el reciente siglo. En menos de un minuto la tierra hizo un ruido fuerte y un intenso zarandeo.

Ojalá algún día sepamos cuando ocurrirán los terremotos. 
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lunes, 18 de septiembre de 2017

Marionetas gigantes de tortugas y mojigangas

Marionetas gigantes de tortugas y mojigangas
Por Óscar Cortés Palma

Había una vez, una tortuga que estaba enamorada de una garza que siempre bajaba a Tochatlaco (barranca de los conejos) por agua.



Esta garza se llamaba Mojiganga. Mojiganga también estaba enamorada de la tortuga. Ambos le pidieron a los dioses ayuda. Y estos los convirtieron en marionetas gigantes. Otra prueba más de que los propósitos de los dioses son incomprensible al ser humano.

Entonces una niña vio las marionetas y gritó:
-¡Mira papá unos muñecos gigantes!-.
-Si hija, ¿quién sabe de quién serán?-

Esperaron, y llegaron más personas. Uno de ellos dijo:
-Hay que llevarlas al jacalón, están muy bonitas, aquí se pueden estropear con la lluvia-.
Entonces, ya las traían por la calle del panadero, al pasar por una tienda, un músico les preguntó:

-¿Por qué andan cargando esos monigotes? Se ven pesados-.

-Las llevamos al jacalón porque va a llover y se van a estropear y están muy bonitas-.
Entonces, para aligerar su camino, la música de banda empezó a tocar y los que iban cargando los títeres gigantes comenzaron a bailar. Se arremolinaron unos mirones y se armó el mitote.
A partir de aquella fecha, cada año se escenifican tortugas rodeadas de mojigangas. Este cuento me lo contó Camilo Cortés por allá en la época en que no había televisores.

Todos estos bailes, el de la tortuga y el de las mojigangas se acompañan con la banda de música conocida como banda chilatera o banda de chile frito porque los músicos se alimentan de eso en las fiestas.

Las tortugas  y mojigangas van jugando con el público al mismo tiempo que acompañan la procesión o desfile. Con las mojigangas se consiente hacer crítica social,  parodiar a personas que detentan el poder político, económico o personajes de moda y como no siempre se puede copiar la imagen del representado, se le agregan carteles para completar la idea central.

 Estas marionetas gigantes recorren las principales calles de la población bailando,  siempre seguidos por muchos niños y adultos.

Las mojigangas y tortugas bailan con mucha alegría y juego en pueblos localizados desde Axochiapan, Morelos; hasta doscientos kilómetros hacia el sur, en Huamuxtitlán, Petaquillas, El limón, e Islaltepec, Guerrero.


Los migrantes de Huamuxtitlán en Meriden, Connecticut, Estados Unidos también bailan la tortuga y la mojiganga.  

Como desenlace, la palabra mojiganga alude a: una obra teatral breve, cómica, en la que participan figuras chuscas y extravagantes. Hoy, gran número de mojigangas, son hombres disfrazados de  mujeres pícaras, burlonas y chistosas, estas desinhibiciones están permitidas porque son días de fiesta.

En Axochiapan se escenifica durante las fiestas patrias. En la casa de Zósimo Aragón, por la década de 1940 's, se elaboraban las primeras tortugas y mojigangas con armazón de carrizo y alambre cubierto con tela, por esta razón no pesan tanto. 

Cada tortuga es cargada por una persona que simula estar montada sobre ella pero en realidad la va cargando. La tortuga tiene un mecanismo que hace que saque su cabeza y abran su hocico, con el que amagan morder a los niños y personas que se acercan  a divertirse.




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viernes, 15 de septiembre de 2017

Los Apaches de Quebrantadero, Ixtlilco, Telixtac, Atlacahualoya

Los Apaches de Quebrantadero, Ixtlilco, Telixtac y Atlacahualoya. 100 años de tradición.
Texto:Óscar Cortés Palma
Fotos: Fernando Soto, Cesar Oliver  Moreno Ramos


Si vas a Quebrantadero el 16 de septiembre podrás ver bailar a los apaches con plumas de guajolote en la cabeza y faldas de papel crepé tricolor.

A pesar de que esta región no fue habitada por Apaches. Este simulacro se escenifica en Atlacahualoya, Telixtac e Ixtlico, Morelos, entre otros poblados.

Esta tradición está muy extendida en los estados de Morelos, Guerrero, Puebla, Michoacán y México.

El simulacro de los apaches se actúa cada año en el rancho de san José de los caballos del Quebrantadero, Morelos el 16 de septiembre.

Los apaches van brincando; y los españoles van cabalgando sus caballos acompañando el desfile de los carros alegóricos de las reinas de las fiestas patrias. Terminando el recorrido por todo el pueblo. Se van a comer todos a una mayordomía.

Para regresar a las 5 de la tarde a la loma. En donde los esperan cientos de espectadores de Estados Unidos, México, Morelos y Puebla.



Los apaches, junto con los héroes de la patria: Josefa, Hidalgo, Allende, acampan en el lado sur de la loma. Protegiendo a la señorita América.

Cuando incursiona un español a caballo, da inicio el combate amenizado por la banda de viento que repite y repite como disco rayado el son del apache.

Los apaches van correteando al español a caballo hasta que lo pintarrajean con tierra roja.

Mientras la pícara y burlona mojiganga, que es un guasón disfrazado de mujer, le quita lo solemne al simulacro, ondeando la bandera para que la gente se carcajee.

Los apaches van correteando a los españoles hasta que no queda ninguno. Es entonces, cuando la señorita América enojada le quita la corona a la reina de España.  Un apache grita:

-¡Ya se murió el rey de España! ¡Hay que ponerlo en el ataúd para irlo  enterrar!-

Hasta caer la noche, la banda continúa tocando el son del apache mientras baila la concurrencia. Cada año los jóvenes hacen lo mismo. Y el 30 de septiembre lo actúan los niños: los apachitos. Esta tradición se remonta al año de 1918 cuando Cipriano Matamoros la vio en algún lado y la trajo a este rancho de potreros y establos de menos de 1800 habitantes.







Texto: Óscar Cortés Palma 
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miércoles, 13 de septiembre de 2017

Los primeros 20 días de la bola zapatista

Los primeros 20 días de la bola zapatista

Por Óscar Cortés Palma

En la Feria del Segundo Viernes de Cuaresma de Cuautla, el 10 de marzo de 1911, había un grupo de conspiradores, uno de ellos dijo:
-¡Mañana es el día!-.
Después, se perdieron entre la multitud.
Cuando empezaban a asomarse las estrellas de la noche siguiente se reunieron en Villa de Ayala, iban acompañados de parientes y amigos que desarmaron a la policía, e hicieron un mitin en la plaza del pueblo.
Leyeron el Plan de San Luis que convocaba a un movimiento armado contra el dictador Porfirio Díaz. Es así como sesenta personas se levantaron en armas y  partieron hacia san Rafael de Zaragoza, en donde se les unió Catarino Perdomo y su palomilla.
De allí los guerrilleros continuaron[1] por las sendas serranas del sur de Huautla[2] internándose en lo profundo de las serranías, allí acamparon una semana, escondidos.

Esta avanzada guerrillera no era la única en la región, había más guerrillas: Lucio Moreno en Tepoztlan y Yautepec, Gabriel Tepepa en Tlaquiltenango,  Ambrosio Figueroa en Huitzuco; Isidro y Alejandro Casales en Tilapa y Chietla. Todos ellos morirían los primeros meses.

Mientras tanto, la guerrilla de Pablo Torres Burgos llevaba una semana acampada en los cerros localizados en los límites entre los estados de Morelos y Puebla. 

Hasta que salieron al rancho de san Pablo Hidalgo. Allí, se reunieron en la casa del ranchero José Rodríguez[3] el día lunes 20 de marzo de 1911. Y acordaron atacar la ciudad de Jojutla. Los presentes, entre ellos Francisco Mendoza Palma y Marcelino Rodríguez se sumaron a la bola campesina que ya sumaba 150 personas.
Después de la reunión, tres avanzadas guerrilleras se movilizaron: Rafael Merino por Jonacatepec, Emiliano Zapata por Jolalpan. Y Pablo Torres Burgos junto con Gabriel Tepepa por Tlaquiltenango en donde el pueblo era partidario de la revolución, no hubo resistencia, el día 23 de marzo de 1911.

Esto acobardó al gobernador del estado de Morelos que había llegado un día antes a la ciudad de Jojutla, que dista sólo 3 kilómetros de Tlaquiltenango.

Había hecho promesas a los vecinos y les había dado regalos y panes, para que lo apoyaran en la defensa de la ciudad, los vecinos recibieron los panes no obstante no apoyaron al ejército.
                               
El gobernador entonces, se retiró a la capital del estado al ver sus disminuidas fuerzas y que el pueblo estaba a favor de la revolución.

Al estar toda la población indignada con el gobierno, la ciudad cayó con facilidad cuando los guerrilleros atacaron la ciudad de Jojutla, la madrugada del viernes 24 de marzo de 1911.
La mayoría de la población se unió, organizó y aisló a los explotadores como si fueran el precipitar de un torrente que hace rodar y arrastra las piedras en su curso.

No obstante, hubo desorden por parte de los guerrilleros de Gabriel Tepepa que robaron tiendas de españoles y de aliados del gobierno.

Eso no le gustó a Pablo Torres Burgos que malhumorado le dijo a Tepepa que pusiera en orden a su gente. Zapata y Merino defendieron a Gabriel Tepepa.

-Es una revolución profesor, el camino no está lleno de rosas si queremos un México nuevo-.

- Enemigos de la patria profesor, son aquellos, los que tienen millones y amenazan con guerra a nuestros pueblos -.

No pudieron convencerlo, Pablo Torres Burgos se retiró  mientras los demás observaban como se alejaba.


Ese mismo día, 24 de marzo de 1911, en Rancho viejo, Pablo Torres Burgos fue capturado y fusilado por los soldados porfiristas del coronel Javier Rojas que seguía las huellas de los guerrilleros.

Los rebeldes iban huyendo y visitando ranchos serranos: Huachinantla, Mitepec, Jolalpan, Tlaucingo, Teotlalco hasta llegar a Axochiapan, Morelos.

Al llegar a cada pueblo, su comportamiento era el mismo, iban buscando partidarios, caballos,  y armas. En estos poblados tan alejados, tan pobres y tan poco poblados, no hubo combates porque no había a quien combatir. En esta zona, solo había gentes empobrecidas que poco se diferenciaban de los guerrilleros que solicitaban préstamos a las personas ricas de los pueblos, alteraron los Archivos municipales. Destruyeron los telégrafos para que nadie comunicara sus movimientos y el gobierno no supiera donde estaban y que hacían.

Muchas mujeres y hombres se fueron a la “bola” como se le conocía a esa guerrilla improvisada. Porque estaban indignadas con el gobierno.

Los guerrilleros llegaron a Jolalpan, la noche del 24 de marzo de 1911. Allí repicaron las campanas de la iglesia, tronaron cohetones, los recibieron con música de viento, y aclamaron vivas a la revolución, por eso, los guerrilleros decidieron acampar allí, era un buen sitio rodeado por cerros que les brindaban protección.

Allí eligieron a Emiliano Zapata como general, la mañana del 25 de marzo de 1911. Firmaron el Acta, catorce coroneles revolucionarios: Rafael Merino, Próculo Capistrán, Margarito Martínez, Catarino Perdomo, Jesús Morales, Francisco Mendoza, Gabriel Tepepa, Catalino Vergara, Juan Sánchez, Amador Acevedo, Emigdio Marmolejo, Jesús Jáuregui, y Maurilio Mejía[4].

Pablo Torres Burgos había sido fusilado un día antes, el 24 de marzo de 1911. En Jolalpan se unió Franco Pliego, en Huachinantla se unió Amador Acevedo, en Tlaucingo se unió Miguel Cortés.


En sí, en cada pueblo que pasaban se les unía gente, hombres y mujeres, después continuaron a Axochiapan,  Morelos. Allí los recibieron como libertadores, hasta el cura del pueblo apoyaba a los pobres.

En Axochiapan Octavio Paz Solórzano[5], padre del poeta Octavio Paz, vio que Zapata platicó con el presidente municipal y después con el presbítero Prisciliano Espíritu, sacerdote revolucionario que le regaló un caballo a los guerrilleros, los aconsejó y les dio su bendición.

Al día siguiente, los guerrilleros se retiraron. Sólo se quedó una avanzada comandada por Alejandro Casales, quien provenía de Chietla. En donde se había levantado en armas y era perseguido por el gobierno, se decía que había fusilado al secretario y presidente municipal de Tilapa, Puebla.

Así que, cuando los federales llegaron, ya iban siguiendo a Alejandro Casales, a quien colgaron de un árbol de guamúchil y lo quemaron cerca de la concurrida estación del ferrocarril[6].

La noticia de Alejandro Casales pronto llegó a oídos guerrilleros, que merodeaban en las cercanías. Hasta ese momento Zapata no había participado en un combate como general.

Es por eso que en la Estación del Ferrocarril de Axochiapan, Morelos fue su primera batalla con el nombramiento de general, el soleado día del 29 de marzo de 1911[7], contra los soldados de 18o. Regimiento del coronel Javier Rojas que aún los venía siguiendo desde Jojutla[8].

Después de una balacera, los soldados federales acantonados en la concurrida Estación del tren de Axochiapan, [9]temiendo una emboscada de los combatientes guerrilleros que ya sumaban cientos de personas, se retiraron.

En las prisas de su huida iban dejando armas y municiones que reforzaron los pertrechos de la guerrilla.

Ese mismo día, Gabriel Tepepa atacó la hacienda de Chinameca, se apropió de armas y caballos.

No obstante, Gabriel Tepepa fue fusilado en las siguientes semanas, como también murió Rafael Merino, que sumadas a las muertes de los otros jefes revolucionarios como Pablo Torres Burgos, Lucio Moreno y Alejandro Casales, dejaron a Zapata como el  líder sobreviviente de la incipiente guerrilla que se estaba gestando en la región. 


Texto: Óscar Cortés Palma 
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martes, 12 de septiembre de 2017

El jinete del apocalipsis del pueblo

´Por Óscar Cortés Palma



Subido en un púlpito de madera, fray Juan de Alameda habló en náhuatl a los pobladores:

-Hermanos, existe un dios muy poderoso, omnipresente y sabio que los invita a seguir el camino del bien y amor al prójimo para construir el reino de dios en la tierra, un reino en donde todos tengamos que comer y no nada mas unos cuantos acumulen la riqueza-.

Fray Juan de Alameda continuó diciendo:

-Hermanos los conmino a ser súbditos del rey de España, a cambio él se compromete a respetar su autonomía y tierras. Es un rey muy bondadoso que aunque vive muy lejos los quiere mucho -.

A continuación, fray Juan de Alameda bautizó a Xochiacatotol y Nezahualcoyotzin gobernantes del pueblo y les cambió de nombre, ahora se llamaban Sebastián Tellez y Miguel Cortés.

Eran los primeros españoles que pisaban  Axochiapan un lluvioso domingo de julio de 1542, era un día fresco y notaron que era un lugar con mucha agua y entre los achololes los pobladores sembraban algodón, frijol, chía, amaranto, calabaza y maíz. De estas plantas y otras más se componían sus utensilios, vestimenta  y  alimentos diarios.

Después del sermón de fray Juan de Alameda, comenzó a llover  a cántaros, por lo que los presentes tuvieron que refugiarse en la casa de Sebastián Téllez Xochiacatotol (palabra náhuatl que significa ¿ave de plumas de caña?).

Allí la reunión prosiguió: Miguel Cortés Nezahualcoyotzin hablaba en náhuatl mientras el intérprete lo traducía:

-Queremos, los líderes del pueblo montar caballos, usar espadas, dagas y ropa española. A  cambio aceptamos pagar los tributos que antes pagábamos al tlatoani de México –Tenochtitlán y apoyaremos con el coatequitl[1] (trabajo gratuito comunal para obras de beneficio para todos), que antes dábamos a México – Tenochtitlán para construir parroquias y apoyarlos en otras construcciones-.

A continuación habló Sebastián Téllez Xochiacatotol:

-Queremos que sepan que pertenecemos a esta tierra, aquí están enterrados nuestros muertos. Que todos somos una sola familia, el viento, la tierra, el agua- Y que  cuando pisen esta tierra y beban el agua de la barranca tochatlaco (barranca de los conejo), lo hagan con reverencia, recuerden que  es sagrada-.

A lo que fray Juan de Alameda contestó:

-Claro que esos permisos serán otorgados, por lo mientras pasaremos a firmar estos manuscritos en donde se manifiesta que estas tierras son propiedad del pueblo, y que ningún español o ningún otro pueblo se las quitará nunca jamás-.

Ya terminada la reunión y como no dejaba de llover, en medio de la llovizna, fray Juan de Alameda, su intérprete y demás comitiva se subieron a sus caballos y se retiraron.

Cual jinetes del apocalipsis a su paso dejaron una estela de destrucción, un año después (en 1543) la población se empezó a morir a montones en todos lados. Los pobladores no podían curar las epidemias de: cocoliztli, matlazahuatl, viruela, varicela, sarampión, peste y otras enfermedades extrañas traídas de Europa, Africa y Asia.

Estas epidemias causaron la muerte del 83 % de los indios, las enfermedades era tan aguda que en una familia entera no quedaba ninguna persona, era necesario que acudieran a curar a los enfermos los pocos españoles que había.

A este conjunto de epidemias nuevas las conocieron como cocoliztli (enfermedad, mal), o matlazahuatl (red de granos).

Los frailes agustinos creyeron que tanta mortandad se debía. Una a que Dios quiso castigar a los españoles por su ociosidad, soberbia y malos tratos hacia los indios. Porque faltándoles indios ya no tenían a quien explotar.

“La segunda, y principal razón, es que quiso pagarle Dios a los indios la prontitud con que cautivaron sus entendimientos a la fe; quiso coronar su voluntad sencilla. Temiese del tiempo (…) les había de envejecer y que habían de reverdecer en ellos antiguas costumbres, y al fin conoció que los había de depravar el tiempo, y por esto los arrebató la muerte[2]”.

Cuando volvieron a pasar los españoles por aquí solo hallaron casas vacías. Por tal motivo, el rey de España ordenó congregar a los sobrevivientes, entre los años 1600 y 1612. Por aquí cerca se congregaron a la población que quedaba en: Tlaquiltenango, Amacuzac (1604), Chiautla  yTlancualpican (1607), y Ayoxochiapan (1606).

Los sobrevivientes del pueblo de Tetehuamac, Atlacahualoya; y los barrios de Telixtac (Tecpan, Hueycala, y Cuautlalpan fueron congregados en Ayoxochiapan

Los españoles les asignaron casas vacías o terrenos contiguos para que estuvieran juntos. Y se les asignaron en la circunferencia delos pueblos terrenos para sus sembradíos.

Muchas personas estuvieron en desacuerdo y escaparon a los cerros o huyeron a otros pueblos. Otros, regresaron a sus lugares de origen.

En cambio, en el pueblo de Tetehuamac sólo quedaron los jacales vacíos, en donde se encontraban abandonados: huaraches, cacles, ayates, tepalcates y jícaras.

El tecolote cantaba mientras los murciélagos de grandes alas rozaban el suelo del pueblo fantasma, con hectáreas de campos cubiertos de jehuite, huizaches y cempasúchiles, como si la naturaleza quisiera honrar a los caídos.

Después de estas epidemias, poco a poco fueron llegando empresarios agrícolas y ganaderos españoles a instalar sus ranchos. Estos ranchos empezaron a crecer, revolucionaron el paisaje. Montes y campos se poblaron de: vacas, caballos, cerdos, chivos y gallinas.

El valle se tapizó de sembradíos de caña de azúcar. El azúcar de la región fue un éxito comercial mundial debido a su calidad. Conforme crecía la producción de caña de azúcar y aguardiente se exacerbaban los conflictos.

No obstante, la hacienda de Atotonilco padeció problemas económicos y se vendió a Francisco de Hurtasa, dueño de la hacienda de Tenango en la década de 1730 's.

Dejando a esta hacienda sin ningún rival en la región. Abarcaba los ranchos de: Tlalayo-Alchichica,  Ixtlilco y Quebrantadero. Y las haciendas de: santa Clara Montefalco, Atotonilco y san Ignacio.

Para esa época, el pueblo de Tetehuamac llevaba más de cien años  abandonado y sus terrenos iban ocupándolos los pobladores de Ayoxochiapan

Eso no le gustó a José Antonio Salvidegoitia, dueño de la hacienda de Tenango, que deseaba los terrenos del desaparecido pueblo de Tetehuamac. Vistas las circunstancias, el pueblo de Ayoxcohiapan empezó a prepararse para la lucha.


Poblados vecinos que sufrieron terribles epidemias de las que poseemos datos[3][4][5]
POBLADO
AÑO
CONSECUENCIAS DE LAA EPIDEMIAS
Ocuituco
1595
gran mortandad por  más de veinte años
Tlayecac

Pierde influencia
Tetehuama
1606
Desaparece
Tzompahuacan
Siglo  XVII
Pierde influencia
Chiautla de Tapia
1632
Las minas no tienen trabajadores
Chiautla, Teotlalco y Jolalpa
1791
hambre, peste y mortandad
Todos los pueblos del centro de México
1543
Pueblos despoblados, campos sin trabajadores
Todos los pueblos del centro de México
Siglo XVI
Muere ¾ parte de la población total

Texto: Óscar Cortés Palma 
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