viernes, 19 de enero de 2018

Construcción de la parroquia de Axochiapan

Construcción de la parroquia de Axochiapan

Por Óscar Cortés Palma


El primer domingo del mes de julio de 1542, había fiesta en el pueblo. Tecuani, Ayotli y la maestra Cariño estaban en el atrio parroquial. Se iba a bendecir la iglesia. Vinieron a las diez de la mañana fray Juan de Alameda y fray Miguel Mejía. En Tepetlán atlaco (barranca serrana) cerca de Amayuca bautizaron a los líderes de la comunidad: Aquiahuateuhtli, Xochiquetzalteuhtli, Quetzaltototeuhtli, Nezahualcoyotzin y Nezahualpinzintli.






El padrino para bendecir la iglesia fue san Francisco de Tzompahuacan. Fray Juan de Alameda le dio la bendición a la parroquia san Pablo Apóstol. Eran los primeros frailes en venir al pueblo , oficiaban misa en el atrio, sobre un púlpito de madera predicaban a los líderes de Teotlalco, Atlacahualoya, Alchichica y Jonacatepec. Todos escuchaban con atención a los frailes.


Al alba siguiente, fueron a señalar los linderos. El juez gobernador Pablo Cortés y fray Juan de Alameda, ambos representantes del gobierno español con facultad de otorgar tierras, encabezaban la expedición acompañados por líderes de Teotlalco, Alchichica y Axochiapan. Tecuani venía camuflajeada con ropa de la época. Empezaron en la barranca de Teotlalco, fueron al norte, al cerro de la junta grande, Teucaltzingo, la junta chiquita, Tecamatitlán, cabeza de la olla hasta llegar al camino de Atlacahualoya, continuaron al poniente, al paso francés, al camino de Tepalcingo, bajaron por la barranca de ¿Atlacanatlatula? (barranca del pajarito) llegaron de nuevo a Teotlalco por la ladera de Tehuiztitlán.

La mañana del miércoles se juntaron los líderes de Teotlalco con un estandarte azul. Los de Tzompahuacan con un banderín azul y otro colorado; los de Huehuetlán y Alchichica ambos con banderas coloradas. Acompañando a los líderes de san Pablo Axochiapan, quienes portaban un estandarte blanco. Fueron por los senderos del sur reconociendo los linderos.
En la barranca de Teotlalco, fray Juan de Alameda y el juez Pablo Cortés de Jonacatepec, representantes del gobierno español, pasearon a Xochiacatotol y Nezahualcoyotzin, y demás líderes de la comunidad y testigos con los estandartes. Tomaron posesión de las tierras en forma quieta y pacífica. Lanzaron cohetones, aventaron piedras, arrancaron hierbas y tocaron trompetas y clarines.

Venían por el sendero de los linderos de la barranca de Teotlalco e hicieron el mismo ritual en la junta grande, en la junta chiquita, en la cabeza de la olla. Continuaron para el norte y poniente. En el camino de Atlacahualoya (camino real a la ciudad de México). Descansaron y comieron a las dos de la tarde: mole de guajolote, memelas, chilaquiles. Fueron hacia el paso francés, en todas partes hicieron el mismo ritual de toma de posesión: lanzaban cohetones, aventaban piedras, arrancaban hierbas, tocaban trompetas. Todo en forma quieta y pacífica. Pasaron por él paso Rendón, Almolonca, el camino de Tepalcingo, anduvieron por el sendero de la orilla de la barranca de Tetehuamac.

Continuaron rumbo al sur siguiendo el curso de la orilla de la barranca, pasaron por Ayoxocuisco, Ayochinamitl hasta topar de nuevo con el rio Teotlalco en donde estaban unos paredones, finalizaron el recorrido, sin encontrar ninguna contradicción. Al concluir las jornadas de reconocimiento regresaron a la iglesia san Pablo. En el patio colocaron los tlecuiles, comales, chiquigüites, metates, metlapiles, ollas, y prepararon la comida. Comieron pozole y guacamole. Sobre el púlpito de madera fray Juan de Alameda les dijo a todos los habitantes de Ayoxochiapan:

–En nombre del rey de España reciben la posesión de un total de 20 caballerías de tierras de monte, y no puede ser vendido ni arrendado a ningún español y el que así lo hiciere será castigado y si fuere principal (persona rica) seis meses de cárcel y cincuenta y cinco pesos de multa. Se redactan los títulos en idioma mexicano (náhuatl) porque no entienden la lengua castellana, después transmutarán a castilla por si un juez los defendiere para que ninguno los inquiete pueblo o español […] calificamos, con nuestros nombres y firmas. (19 firmas)–.
Desde el púlpito de madera, fray Juan de Alameda hizo un ademán y predicaba en náhuatl con elocuencia a los pobladores:

–Hermanos, existe un dios muy poderoso, omnipresente y sabio, los invita a seguir el camino del bien y amor al prójimo para construir el reino de dios en la tierra, un reino en donde todos tengamos comida y no nada más unos cuantos acumulen la riqueza. Hermanos nos comprometemos a respetar su autonomía y tierras. Por amor a nuestro Dios y su compasión hacia nosotros–.

A continuación, fray Juan de Alameda bautizó a los gobernantes de la aldea, Xochiacatotol y Nezahualcoyotzin, les cambió el nombre, ahora se llamaban Sebastián Téllez y Miguel Cortés. Fray Juan de Alameda y fray Miguel Mejía eran los primeros españoles en pisar estas tierras, un lluvioso domingo de julio de 1542, era un día fresco y acuoso. Entre los achololes y atocles los pobladores sembraban algodón, frijol, chía, amaranto, calabaza, jitomate, chile y maíz. De estas plantas y otras más se componían los utensilios, vestimenta y alimentos diarios.
Luego del sermón del fraile, comenzó a llover a cántaros, los presentes corrieron a refugiarse en la casa de Sebastián Téllez Xochiacatotol (ave de plumas de caña). Entre ellas iba Tecuani caminando sobre la hojarasca que crujía bajo sus pies descalzos. En la casa de Sebastián prosiguieron la charla. Mallinalli servía jarros con chocolate a los invitados. Miguel Cortés Nezahualcoyotzin (gran coyote ayunador) hablaba en náhuatl mientras el intérprete lo traducía:

       –Queremos, los líderes de la aldea, montar a caballo, usar espadas, portar dagas y vestir ropa española. A cambio les daremos tributo como antes dábamos a México –Tenochtitlán y los apoyaremos con el coatequitl (trabajo gratuito comunitario para obras de beneficio comunal) para construir sinagogas y otros edificios–.

A continuación habló Sebastián Téllez Xochiacatotol:
       –Pertenecemos a esta tierra, aquí viven nuestros muertos. Somos una inconmensurable familia, la tierra, el viento, el agua. Si pisan estos campos y beben el agua de la barranca tochatlaco (barranca de los conejos), no lo hagan como algo superfluo, ojalá y nunca lo olviden–.
Fray Juan de Alameda contestó:
–No se preocupe amigo, lo tendremos en la memoria, y los permisos solicitados serán otorgados con prontitud, por ahora les dejaremos los títulos de las tierras, pues estos campos son propiedad de Ayoxochiapan, y ningún español o ningún otro pueblo se las quitará nunca jamás–.

A terminar la reunión, en medio de la llovizna y la iridiscencia del arcoíris, Juan de Alameda, fray Miguel Mejía, el intérprete y demás comitiva montaron los caballos y se fueron.

[………] SALTO A CAPÍTULO 14
Tecuani caminaba junto a su abuelita Tirsa, era su tiempo, ahora su celular tenía señal, percibía la vida de manera diferente. El viaje por el pasado había terminado, le gustó haber visto la boda de sus tatarabuelos. Iba pensando cómo sería la gente del futuro cuando comenzó a temblar. Era el día del terremoto.

Esto pasó en septiembre, no en septiembre de 1985 sino en septiembre del año 2017. Tecuani, su abuelita Tirsa, Ayotli y la maestra Cariño estaban afuera de la secundaria Cuauhtémoc a las 1:13 pm, Miraban el simulacro del sismo remembrando el terremoto de 1985 cuando la máquina del tiempo y otros carros comenzaron a brincar. Habiendo 365 días al año, el temblor fue el mismo día, 32 años después. Igual que en 1985.
A lo lejos, miraron como se venían abajo las campanas de la parroquia con la cúpula y el campanario. La tierra se agitaba y tronaba como dos jarros con agua golpeándose entre sí. Tecuani miraba con cuidado los postes de luz y las casas de dos pisos para evitar le cayera algo a ella o a su abuelita en caso de agrietamiento de las casas. Entonces, recordó lo que le dijeron en la época de los mexicas:

– ¡El terremoto era provocado por una bestia mitológica azteca llamada Tepeyolotl! –.

Tepeyolotl rugía como jaguar, como los tecuanes decían los antiguos. Tecuani también recordaba a fray Juan de Alameda y a los habitantes construyendo la parroquia como hormigas en el año de 1542. Cuando terminó el temblor, al ver casas cuarteadas, fachadas derrumbadas, angustia del gentío. Tecuani sintió harta tristeza. Era el temblor más fuerte de la historia del pueblo. En menos de un minuto la tierra hizo un ruido fuerte y un intenso zarandeo. Después del temblor murió la abuelita de Tecuani.

Tecuani, Ayotli y la maestra Cariño se sumaron a las brigadas de voluntarios de la sociedad civil que ayudaron a los damnificados por el sismo.
– ¡Ojalá algún día podamos saber cuándo ocurrirán los terremotos!–. Exclamó.
–     Lo sabemos en el futuro –. Dijo Ayotli.

Tomado del Libro Tecuani viaje en el tiempo
Texto: Óscar Cortés Palma
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